EL CERTIFICADO DE APROBACIÓN DE DIOS Por Zac Poonen


ÍNDICE PARA ESTA SECCIÓN
F1.1 - Llamado, Escogido Y Fiel
F1.2 - Dios Prueba A Los Hombres

Capítulo 1
Llamado, Escogido Y Fiel

Introducción

Una cosa es ser aceptado por Dios y otra ser APROBADO por Él.

El Libro de Apocalipsis habla del triunfo del Cordero de Dios. Pero se nos dice que el Cordero tiene un ejército de discípulos a través de quienes Él pelea Sus batallas y obtiene la victoria. Estos discípulos son (1) llamados, (2) escogidos y (3) fieles. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles (Ap 17:14).

Muchos son llamados, pocos son escogidos y todavía menos son fieles. Los fieles son los que vencerán; de ellos se habla en el Libro de Apocalipsis diez veces. Tales discípulos de Cristo no sólo han sido aceptados por Dios, sino también probados por Él a través de muchas circunstancias, a fin de ser aprobados para Su obra.

Fueron muchos los que creyeron en Jesús cuando estuvo sobre la tierra, pero Él no se comprometió con todos ellos.

El primer grupo, estuvo compuesto por las multitudes. “Y le siguieron grandes multitudes...” (Mt 19:2). De ese grupo se dijo más tarde: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Jn 6:66).

El segundo grupo, era más pequeño. Había setenta en ese grupo con un ministerio especial para las setenta naciones gentiles (lea Génesis 10). “Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta” (Lc 10:1).

El tercer grupo, consistía de doce hombres. “En aquellos días él fue al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles...” (Lc 6:12, 13).

Fuera de tal grupo escogió el cuarto grupo, el cual, consistía de solamente tres. “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;

Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mt 17:1, 2).

Ese grupo de tres serían testigos oculares de su majestad (traducción parafraseada) (2 P 1:16). Estos discípulos representarían aquellos que proseguirían hacia “...la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil 3:14).

Estos tres son como los vencedores, los que serán recompensados con el certificado de aprobación de Dios.

A. CÓMO GANAR LA APROBACIÓN DE DIOS
No todos los que siguen a Jesús califican para ser incluidos en ese círculo íntimo: “Estando en  Jerusalén...muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos” (Jn 2:23, 24).
1. Procure El Bien De Otros
Jesús sabía que la gran mayoría de aquellos que creían en Él, lo hacían únicamente por razones egoístas. Venían a Él sólo para recibir bendiciones personales. Sus pecados habían sido perdonados, pero no deseaban ser vencedores.

Uno deberá anhelar ser libre del deseo egoísta de buscar el bienestar propio a expensas de los demás.

2. Pase Las Pruebas De Dios
Cuando Gedeón congregó un ejército para pelear contra los enemigos de Israel, tenía 32,000 hombres con él. No obstante, Dios sabía que no todos ellos eran genuinos de corazón. Así que, Él decidió recortar tal número. Los temerosos fueron enviados a sus casas.

Habían quedado solamente 10,000 después del recorte. Entonces, Dios le dijo a Gedeón que los llevara al río y los probara. Solo 300 hombres pasaron la prueba y fueron aprobados por Dios (Jue 7:1-8).

La manera en que aquellos diez mil soldados tomaron del agua del río para satisfacer su sed, fue el medio que Dios utilizó para determinar quien calificaría para ser parte del ejército de Gedeón. Ellos no sabían que estaban siendo probados.

Nueve mil setecientos (9,700) de ellos se olvidaron del enemigo mientras se arrodillaban para satisfacer su sed. Solamente 300 de ellos permanecieron alertas sobre sus pies, tomando el agua en forma de copa.

Dios nos prueba en las cosas ordinarias, en nuestra actitud hacia el dinero, los placeres, honores o glorias terrenales y comodidades. Así como sucedió con el ejército de Gedeón, Dios arregla las circunstancias de cierta manera para probarnos y ver cómo reaccionamos, pero no comprendemos Su propósito.

3. No Sea Distraído Por El Mundo
Jesús nos amonestó a no dejar que los cuidados de este mundo nos distrajeran. Él dijo: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día” (Lc 21:34).

Pablo exhorta a los cristianos de Corinto diciendo: "Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; Y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa...

Esto os digo para vuestro provecho; no para tenderos lazo, sino para lo honesto y decente, y para que sin impedimento os acerquéis al Señor” (1 Co 7:29-35).

No podemos permitir que nada de este mundo nos distraiga de nuestra total devoción al Señor. Las cosas legítimas del mundo son un lazo más grande que las cosas pecaminosas, debido a que las cosas legítimas se ven bastante inocentes e inofensivas.

Podemos aliviar nuestra sed, pero debemos formar una copa con nuestras manos y tomar del agua necesaria que calme nuestra sed, sin dejar de estar alertas ante cualquier ataque sorpresivo del enemigo. Nuestra mente debe estar ocupada en la batalla que el Señor nos ha comisionado a pelear, y no en la satisfacción de nuestra sed, hambre y deseos.

Tenemos que olvidarlo todo y estar dispuestos a soportar dificultades, si es que queremos ser discípulos de Jesús (2 Ti 2:3).

4. Ponga La mente En Las Cosas De Arriba
Así como las banditas de goma que se pueden estirar, nuestras mentes pueden participar de las cosas necesarias del mundo. Pero una vez que tales cosas han servido para satisfacer nuestras necesidades básicas de la vida, de la misma manera en que la bandita de goma vuelve a su posición normal cuando su tensión es suelta, nuestras mentes también deben regresar de vuelta a las cosas del Señor y de la eternidad.
Esto es lo que Pablo da a entender cuando dice: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col 3:2).

No obstante, la bandita de goma obra de la manera opuesta en las vidas de muchos creyentes. Sus mentes se estiran para considerar las cosas eternas, pero cuando sueltan la tensión y vuelven a la normalidad, se ocupan nuevamente en las cosas que son de este mundo.

5. Tenemos Que Ser Diligentes
Pablo exhortó a Timoteo de la siguiente manera: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Ti 2:4). Pablo no le estaba diciendo a Timoteo el cómo debería ser salvo, sino cómo debería agradar al Señor como un soldado efectivo en Su ejército.

Pablo volvió a decirle en 2 Timoteo 2:15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado...”

Timoteo ya había sido aceptado por Dios. Ahora necesitaba ser diligente o cuidadoso en ganar Su aprobación.

Él dice: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (I Ti 1:12).

Pablo estaba entre los llamados, escogidos Y FIELES, y anhelaba que Timoteo también estuviera entre ese número. Dios nunca se compromete a Sí Mismo con nadie antes de probarlo.

El relato que se nos da en las Escrituras con relación a la prueba de ciertos hombres, algunos de los cuales fueron aprobados y otros rechazados, puede ser de gran valor para nosotros, pues fue escrito para nuestra propia instrucción.

B. DEL AGRADO O NO DEL AGRADO DE DIOS
En el Nuevo Testamento leemos de Uno de Quien el Padre se complació, y también de un grupo de personas de quienes Él no se agradó. Un estudio de este contraste es muy interesante.

1. Dios No Se Agradó
De los 600,000 soldados israelitas (Nm 1:46) quienes perecieron en el desierto por su incredulidad.. En 1 Corintios 10:5 podemos leer que: “...de los más de ellos no se agradó Dios”.

Aquellos israelitas habían sido redimidos de la esclavitud egipcia por la sangre del cordero (simbólico de nuestra redención a través del sacrificio de Cristo en la cruz); habían sido bautizados en el Mar Rojo y en la nube (símbolo del bautismo en agua y Bautismo con el Espíritu Santo) (1 Co 10:2). A pesar de todo, Dios no se agradó de ellos.

a. A Pesar De Todo, Él Cuidó De Ellos. Dios continuó siendo compasivo con ellos a pesar de sus quejas, y les proveyó todas sus necesidades físicas y materiales de manera sobrenatural. “Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años”, les dijo Moisés al concluir sus cuarenta años de peregrinación (Dt 8:4).

Dios sanó todas sus enfermedades también. La Biblia dice: “...no hubo en sus tribus enfermos” (Sal 105:37).

Dios hizo múltiples milagros a favor de Su pueblo. De hecho, ningún grupo de personas en la historia del mundo jamás ha visto tantos milagros como los que vieron aquellos israelitas incrédulos, “...con quienes estuvo él disgustado cuarenta años” (He 3:17).

Esto nos enseña que Dios contesta las oraciones de los creyentes carnales también, y que Él les suple sus necesidades terrenales, aun de manera sobrenatural si es necesario.

El hecho de que Dios efectúe milagros ante nuestros ojos, no prueba nada concerniente a nuestra espiritualidad. Sólo demuestra que Dios es bueno, quien hace que Su sol salga sobre justos e injustos de la misma manera.

b. Los Milagros No Son Una Garantía. Jesús también nos amonestó que en el día del Juicio Final, muchos de los que hayan efectuado milagros en Su Nombre, serán rechazados y descalificados porque vivieron en pecado.

Él dijo: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mt 7:22, 23).

Obviamente, Él se estaba refiriendo a predicadores y sanadores cristianos, quienes realizaron milagros genuinos en Su Nombre. De las palabras de Jesús viene a ser evidente que MUCHOS de esos hombres (no unos cuantos, ni tampoco todos, sino muchos) que ejercen esos ministerios de milagros, practican el pecado en sus vidas privadas, en sus pensamientos y actitudes. Estos pecados ocultos serán sacados a la luz en el Tribunal de Cristo, si tal vez no antes.

La operación de milagros, de por sí, no es una indicación de que el hombre sea aprobado de Dios. ¿Hemos entendido esto cabalmente? Si no, seremos engañados.

2. Dios Se Agradó
En contraste con los israelitas del Antiguo Testamento, de quienes Dios no se agradó, leemos de Jesús en el Nuevo Testamento, que el Padre se agradó de Él a lo sumo.

Cuando Jesús cumplió la edad de los treinta años, el Padre habló desde el cielo públicamente lo siguiente respecto a Él: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”l (Mt 3:17). Esto fue dicho antes de que Jesús hubiera hecho un solo milagro o predicado algún sermón.

¿Cuál fue entonces el secreto de Su aprobación por Dios? No fue obviamente por Su ministerio, pues todavía no había comenzado Su ministerio público. Fue por el tipo de vida que había vivido durante treinta años.

a. Fiel Durante Las Tentaciones. El éxito de nuestro ministerio no es lo que hace que seamos aprobados por Dios, sino la fidelidad que mostramos en las tentaciones que afrontamos en nuestra vida diaria.

Las únicas dos cosas que se nos han dicho respecto a los treinta años de “silencio” en la vida de Jesús (aparte del incidente del templo) son que “fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He 4:15) y que “ni aun Cristo se agradó a sí mismo” (Ro 15:3).

Él había resistido fielmente la tentación en cada punto, y nunca procuró satisfacer sus propios deseos o anhelos, ni lo procuraría hacer en cualquier asunto. Eso fue lo que complació al Padre.

b. Un Carácter Santo. Nuestros logros materiales o externos pueden impresionar a la gente del mundo y a los creyentes carnales. Pero Dios se impresiona más cuando mostramos un carácter santo. Es nuestro carácter de por sí, lo que puede traer sobre nosotros la aprobación de Dios.

Así que, si deseamos saber cuál es la opinión de Dios sobre nosotros, debemos borrar deliberadamente de nuestras mentes lo que hemos logrado en nuestro ministerio. Debemos evaluarnos a nosotros mismos puramente por nuestras actitudes hacia el pecado, en nuestra manera de pensar y el egocentrismo de nuestras acciones. Esa es la única medida infalible de nuestra condición espiritual.

De esa manera, tanto el sanador y predicador que va viajando por el mundo como la madre ocupada que nunca puede salir de los confines del hogar, tienen exactamente las mismas oportunidades de adquirir la aprobación de Dios.

Vamos a descubrir en el Día del Tribunal de Cristo, que muchos de los que fueron primero aquí en el mundo cristiano, serán los postreros allá. Muchos de los que eran considerados los postreros aquí en la tierra (debido a que no tenían un ministerio muy reconocido), serán los primeros allá.



C. JESÚS ES NUESTRO EJEMPLO
Jesús es nuestro ejemplo en todas las cosas. El Padre había planificado que Jesús pasara los primeros treinta años de Su vida terrenal en dos lugares básicamente, en Su hogar y en Su lugar de trabajo (el taller de carpintería). Fue la fidelidad de Jesús en esos dos lugares lo que le hizo ganar la aprobación del Padre.

Esta es una cuestión de gran ánimo para nosotros, pues nos encontramos en esos dos mismos lugares constantemente, en nuestro hogar y en nuestro lugar de trabajo. Es en esos dos lugares donde Dios más nos prueba.

1. La Fidelidad En Nuestro Hogar
El hogar de Jesús era uno pobre. José y María eran tan pobres que ni siquiera tenían para comprar un cordero para ofrecerlo como sacrificio. No tenían “predicadores sobre la prosperidad” que les enseñaran cómo ser ricos.

La Ley había ordenado que “...si no tenían suficiente para un cordero, que tomaran entonces dos tórtolas o dos palominos..." (Lv 12:8). Y José y María “ofrecieron conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos” (Lc 2:24).

De Jesús se dijo: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre...” (2 Co 8:9).

Jesús tenía cuatro hermanos y dos hermanas más jóvenes que Él, quienes vivían en el mismo hogar. Marcos 6:3 nos dice que los habitantes de su comunidad manifestaron acerca de Él:

“¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José y Judas, y de Simeón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?”

Uno puede imaginarse las presiones y luchas que Jesús afrontó mientras crecía en aquel hogar de pobreza.

Para mayor infortunio, sus hermanos menores eran incrédulos. Leamos la siguiente escritura: “Porque ni aun sus hermanos creían en él” (Jn 7:5).

Quizás ellos le escarnecieron en muchas maneras. Él no tuvo un cuarto privado en Su hogar, donde pudiera retirarse a orar cuando afrontara las presiones de las tentaciones de los demás familiares.

Es posible que en Su hogar hubiera peleas, riñas, regaños y el egoísmo común de todos los hogares.

Y entre tales circunstancias, Jesús fue tentado en todos los aspectos de la vida así como nosotros; pero Él nunca pecó ni una sola vez, ni en hechos, palabras, pensamientos, actitudes o motivos.

Si Jesús hubiera venido en alguna forma diferente a la de nosotros, en alguna clase de carne que fuera incapaz de ser tentada, entonces, no habría existido virtud en Su manera de vivir pura en tales circunstancias. No obstante, Él vino en carne como todos nosotros los humanos.

La Palabra de Dios dice: “Por lo cual DEBÍA SER EN TODO SEMEJANTE a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo” (He 2:17).

Él padeció las presiones de toda suerte de tentación que jamás podamos afrontar. Esto es lo que nos otorga gran ánimo en los tiempos en que somos tentados, pues así como Él venció, nosotros también podemos vencer. Esta es la esperanza que Satanás procura robarnos cuando trata de ocultar de nosotros esa gloriosa verdad, que Cristo vino en carne y fue tentado exactamente como nosotros.

2. La Fidelidad En Acción
Como un carpintero en Nazaret, Jesús debió haber afrontado muchas tentaciones, así como todos los que se envuelven en algún tipo de negocio las afrontan. No obstante, Él nunca engañó a nadie con quien tuviera tratos o negocios. Jamás demandó precios por sobre el valor honesto de las cosas que vendiera; tampoco se comprometería en algún asunto relativo a la justicia, sin importar el precio (o pérdida) que tuviera que pagar.

Él no estaba en competencia con los demás carpinteros de Nazaret. Trabajaba para ganarse el sostén diario únicamente. Así que, a través de la compra-venta y el manejo del dinero (como carpintero), Jesús afrontó todas las tentaciones que nosotros confrontamos en el área del dinero. Y Él venció.

Jesús vivió bajo la sumisión de Sus padres adoptivos (los que crían a un niño desde pequeño) por muchos años. Esto quizás les expuso a varias formas de tentaciones internas (en la esfera de las actitudes); y con todo, nunca pecó.

María estaba entre todos los que esperaban del revestimiento del Bautismo santificador y saturador del Espíritu Santo en el Aposento alto (Hch 1:14).

Si no hubiera tenido aquel poder, lo más probable es que José y María también riñeran entre uno y el otro, así como la mayoría de los matrimonios lo hacen.

Jesús, por otro lado, estaba viviendo en perfecta victoria. Con todo, Él nunca los despreció. Si lo hubiera hecho, habría pecado. Pero Él los respetaba, aun cuando era más puro que ellos. Ahí podemos ver la hermosura de Su humildad.

Así es que podemos ver que Jesús no estaba viviendo una vida inactiva durante aquellos treinta años en Nazaret. Jesús estaba en medio de un conflicto contra la tentación todo el tiempo, un conflicto que aumentaba en intensidad a medida que pasaba cada año.

Antes de que pudiera llegar a ser nuestro Salvador y nuestro Sumo Pontífice (Sacerdote), el Padre tenía que hacer pasar al Capitán de nuestra salvación a través de una cordillera completa de posibles tentaciones humanas.

La Palabra de Dios dice: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (He 2:10).

Todavía había unas cuantas tentaciones (tales como las que vienen a través de la fama nacional, etc.) que Jesús confrontaría en los últimos tres años de Su vida terrenal. Sin embargo, las tentaciones comunes que todos afrontamos en el hogar y en el lugar donde trabajamos, Él ya las había confrontado y vencido en Sus primeros treinta años. Y el Padre le dio a Jesús Su “certificado de aprobación” en Su bautismo.

D. PROCURE UN CARÁCTER TRANSFORMADO
Si solamente nuestros ojos estuvieran abiertos para ver las bases sobre las cuales Dios nos otorga Su aprobación, ello revolucionaría nuestras vidas totalmente. No volveríamos a codiciar un ministerio de tipo internacional o mundial. Por el contrario, anhelaríamos ser fieles en los momentos de tentaciones en la vida diaria.

Oraríamos por un bautismo en fuego que produjera un carácter o personalidad transformada, al igual que por un poder que produzca milagros. De esa manera, nuestras mentes serían renovadas a fin de colocar nuestras prioridades en el orden correcto.

Tome ánimo en esto. Las remuneraciones mayores de Dios y Sus más elevadas adjudicaciones están reservadas para los que afrontan las tentaciones con la misma actitud en que Jesús las afrontó. La actitud de Jesús fue ésta: “Prefiero morir antes que cometer algún pecado o desobedecer a mi Padre en un sólo punto”.

Este es el significado de la exhortación en Filipenses 2:5-8, la cual dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús... haciéndose obediente hasta la muerte”.

Sin importar nuestro don, ministerio, posición en la vida, sexo o edad, todos nosotros tenemos la misma oportunidad de ser vencedores y de estar entre los llamados, escogidos y fieles.

Dios Prueba A Los Hombres


Introducción

Las biografías de los hombres de Dios y las de aquellos que le fallaron, han sido escritas en la Biblia para nuestra instrucción (enseñanza) y amonestación. Hay muchas cosas que podemos aprender, si meditamos en ellas con nuestros oídos sintonizados a la voz del Espíritu.

Cuando leemos acerca de las personas en el Antiguo Testamento, un hecho que debemos tener en mente, es que todas ellas vivieron en un período anterior a la llegada de la dispensación de la gracia, la cual vino a través de Jesucristo.

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Jn 1:17). En este versículo, la palabra “gracia” significa “capacitar o habilitar”. La ley contenía la verdad, pero no revestía de poder a los que la abrazaban para guardar sus santos estatutos.

“La gracia y la verdad, por Jesucristo fueron dadas”. Esto significa que la ley ya no sería escrita en tablas de piedras, sino en nuestros corazones.

“...Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jer 31:33).

Nosotros hemos recibido el Espíritu Santo para tener poder para guardar la ley de Dios. “Porque la ley del Espíritu...me ha librado de la ley del pecado... Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros...” (Ro 8:2-4).

Por consiguiente, tenemos un poder a nuestra disposición que nos habilita para ser juzgados por una norma más elevada. No se esperaba que los santos del Antiguo Testamento vivieran por sobre las normas del Nuevo Testamento.

Mateo 19:8, 9 ilustra esto. En esta escritura, Jesús explicó a los fariseos el porqué Moisés permitió el divorcio bajo el Antiguo Pacto. Él dijo: “Por la dureza de vuestro corazón permitió Moisés que repudiaran a vuestras mujeres”.

Pero bajo el Nuevo Pacto, Dios elimina nuestros corazones de piedra (ásperos) y nos da corazones de carne (sensibles).

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra... y os daré un corazón de carne” (Ez 36:26). Así que, el divorcio no es permitido ahora.

Dios es llamado “Jehová de los ejércitos, que pruebas a los justos” (Jer 20:12). Él no tienta a ningún hombre para que haga lo malo. “...porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg 1:13). No obstante, Él positivamente prueba al justo.

A. DIOS PROBÓ A JOB
Job era uno de los sirvientes escogidos de Dios. Él pudo señalárselo a Satanás como un hombre que temía a Dios sobre la tierra en todos sus caminos.

“Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (Job 1:8).

Dios no dice nada respecto a la inteligencia de Job, ni de sus talentos o riquezas, pues esas cosas no tienen ningún valor delante de Sus ojos. Él sólo señala las características santas, la pureza y la justicia. Como en el caso de Jesús, fue el carácter de Job y no sus logros materiales o su ministerio lo que complació el corazón de Dios.


Aun Satanás tiene dones sobrenaturales e inteligencia. Él también posee conocimiento de la Biblia. Sin embargo, lo que Dios desea encontrar es un carácter puro. Cuando Dios nos prueba, lo que prueba es nuestro carácter, no nuestro conocimiento bíblico.

Cuando Dios busca un hombre en quien pueda complacerse, a quien pueda referirlo a Satanás como un hombre íntegro, es aquel varón que posee un carácter firme, santo, sin tacha, uno que tema a Dios y aborrezca el mal.

Podemos tener buena reputación entre los demás creyentes por nuestra espiritualidad. No obstante, ¿puede Dios, quien nos conoce a cabalidad, referirnos a Satanás como lo hizo con Job? Un certificado como el que Él le dio a Job es mayor que cualquier honor terrenal que jamás podamos recibir. Toda la honra fútil del cristianismo es de tan poco valor como los desperdicios o desechos.

Así que, la pregunta más importante no es: ¿Qué opinión tienen otros de mí espiritualmente? Por el contrario, la pregunta sería: ¿Podría Dios referirme o recomendarme ante Satanás como un varón de quien Él puede complacerse?

1. Cuatro Pruebas Utilizadas Por Dios
Cuando Dios le habló a Satanás acerca de Job, éste le dijo que Job le servía porque Él le había colmado de muchos beneficios y riquezas.

a. La Pérdida De Sus Posesiones. “Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene?

Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia” (Job 1:9-11).

Dios rechazó tal acusación y permitió que Satanás probara a Job para que descubriera por sí mismo que su acusación no era cierta. Dios hizo eso porque conocía la integridad del carácter de Job.

¿Qué respecto a nosotros? ¿Acaso servimos a Dios por las ganancias materiales? ¿Acaso tendría Dios que reconocer que Satán estaba en lo cierto, cuando el enemigo nos señalara como sirvientes asalariados?

¡Sí! el mundo está lleno de obreros o pastores cristianos que están en la obra de Dios por las ganancias personales o lucro, algunos son asalariados, otros porque asumen posiciones de honor o prestigio, y aun otros porque pueden viajar gratis a otros países. Cualquiera que realiza obras cristianas para recibir ganancias materiales o lucro personal, está sirviendo a mamón, el dios de las riquezas, y no a Dios.

El servicio que se hace para Él con los motivos correctos, siempre nos costará algo.

Considere las palabras de David, cuando estaba a punto de ofrecer un sacrificio al Señor. Él dijo: “...porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” (2 S 24:24).

Son muy pocos los que exhiben la actitud de David. El servicio honesto ofrecido al Señor, usualmente resultará en pérdidas materiales, no en ganancias. Las ganancias o réditos obtenidos, serán de naturaleza espiritual. Aquello que resulta en ganancias materiales pertenece a Babilonia, no a la Jerusalén celestial.

La Biblia dice concerniente a la Babilonia espiritual: “Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella...” (Ap 18:15).

En medio de los obreros cristianos que procuran satisfacer su codicia o egoísmo, Pablo pudo señalar a Timoteo como una excepción entre ellos.

Concerniente a él, Pablo dijo: “...pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús” (Fil 2:19-21).

Pablo no fue engañado. Él sabía la condición espiritual de sus compañeros de trabajo. Dios tampoco es engañado con relación a nosotros.

Dios tenía tal confianza en Job que le permitió a Satanás probarle.

A pesar de que Job perdió todos sus hijos y sus vastas riquezas en un día, él continuó adorando y sirviendo a Dios. Él dijo: “...Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:20-22).

Él sabía que todo lo que él tenía, hijos, propiedades y aun la salud, eran regalos o dones gratis dados por Dios. Él tenía todo el derecho a quitárselos cuando quisiera. Uno no puede adorar a Dios genuinamente hasta que no esté dispuesto a desprenderse de todo, en otras palabras, renunciar al derecho de poseer nada como suyo propio.

b. La Pérdida De La Salud. Luego, Dios permitió que Satanás diera un paso más para que afligiera a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

Las enfermedades proceden de Satanás. Pero aun éstas pueden ser usadas por Dios para santificar y perfeccionar a Sus siervos.

Pablo era afligido por un aguijón en la carne, que él declara específicamente que procedía de Satanás. No era un mensajero de Dios, sino del diablo. A pesar de eso, Dios permitió que siguiera atormentándole (aunque Pablo le había rogado en oración que se lo quitara). Tal aguijón tenía el propósito de mantener a Pablo en sumisión y humildad.

Pablo dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co 12:7-9).

c. La Esposa Acusadora. El tercer paso de Satanás, fue afligir a Job a través de su esposa.

“Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). Puede ser una prueba terrible para su santificación cuando su propia esposa se torna en contra suya y le acusa.

La Palabra de Dios ordena: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas... amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.” (Col 3:19; Ef 5:25).

Un esposo jamás deberá guardar rencor o amargura contra su esposa bajo ninguna circunstancia, sino que deberá amarla en todo tiempo, aun cuando sea un instrumento usado por el enemigo en contra suya.

Si usted tiene una esposa difícil, en lugar de quejarse de su suerte en la vida y envidiar a otros que tengan esposas santas, usted podrá examinar sus circunstancias como un medio de ayudarle en su propia santificación.

Dios le prueba usando esas mismas circunstancias para ver si usted califica para recibir Su certificado de aprobación. Le prueba cuando su esposa le levanta la voz y le escarnece con el propósito de ver si califica para ser un representante genuino de Jesús, Quien fue tildado de demente aun por Sus propios familiares.

El registro del evangelio dice: “Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí” (Mr 3:21).

Jesús soportó esos insultos con paciencia. Nosotros hemos sido llamados para seguirle y representarle.

d. Los Amigos Que Nos Acusan. El cuarto paso que Satanás usó para acusar a Job, fue a través de sus amigos predicadores (lea Job 4 al 25).

Este fue el golpe más duro recibido por Job, pues aquellos amigos predicadores vinieron a él como profetas de Dios para decirle que sus enfermedades o dolencias eran el resultado de sus pecados secretos. Poco entendían aquellos predicadores que estaban actuando inconscientemente como agentes del “Acusador de los hermanos” (Ap 12:10).

No obstante, Dios permitió que hicieran aquello a fin de purificar a Job.

B. VENCEDORES A TRAVÉS DE LA GRACIA
Dios nos promete hoy mismo que “...el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Ro 6:14). Pero Job vivió en una época en la cual algunos de los recursos de la gracia no estaban a su disposición.

Finalmente, Job se rindió ante el sentimiento de la compasión o pena de sí mismo, de la auto-justificación, depresión y tristeza. Ocasionalmente su fe resplandecía en medio de las tinieblas. Su experiencia fue una que ascendía y descendía.

Ahora que la gracia ha venido mediante Jesucristo, si somos probados similarmente, no hay necesidad de sentir ni siquiera un minuto de depresión o tristeza. Los mandatos del Nuevo Testamento son: “Por nada estéis afanosos... regocijaos en el Señor siempre con acción de gracias” (Fil 4:6, 4).

Tales mandatos no fueron dados en el Antiguo Testamento, porque la gracia no había venido todavía. Debemos reconocer la mano de Dios en todas las cosas. La gracia está a la disposición en todo momento para preservarnos constantemente victoriosos.

1. Podemos Ser Vencedores
El clamor triunfante de Pablo fue: “mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Co 2:14).

Podemos ser vencedores al presente, aun cuando perdamos nuestras propiedades y nuestros hijos y aun cuando nuestras esposas nos acusen o se burlen de nosotros. Si nuestros compañeros de la fe no nos entienden y nos critican, o si cualquier otra cosa sucede que Dios cree propicio que nos venga a nuestras vidas, entonces, debemos “...regocijaos en el Señor siempre” (Fil 4:4).

2. Un Testimonio Contra Satanás
De esa manera es que Dios le demuestra a Satanás que tiene un remanente o reliquia sobre la tierra, quienes no sólo se someten a todos Sus designios para con ellos, sino que también aceptarán toda prueba con gozo, convencidos de que estas aflicciones pasajeras son diseñadas por Dios para producir en ellos un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.

La Biblia dice: “porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria: No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven...” (2 Co 4:17, 18).

El Nuevo Testamento nos dice que Dios desea mostrar Su sabiduría a los gobernadores y autoridades en los lugares celestiales a través de la Iglesia. Efesios 3:10 dice: “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales”

Efesios 6:12 nos dice que esas potestades son espíritus del mal ubicados en los aires.

Las cosas que nos suceden no son accidentales, sino planificadas y pesadas específicamente para nosotros, de manera que nunca sobrepasen por nuestra capacidad para llevarlas, “por determinado consejo y providencia de Dios” (Hch 2:23).

Las pruebas tienen el doble objetivo de transformarnos según la imagen de Cristo, y para manifestar o dejar ver a las potestades satánicas en los lugares celestiales que Dios todavía tiene un pueblo sobre la tierra que le ama, obedece y le adora en fe a pesar de todas las circunstancias.


3. La Prueba De Nuestra Fe
Cualquier prueba que tengamos que pasar es una prueba de fe. Aun en los tiempos de Job, él pudo decir: “mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro” (Job 23:10).

Hoy podemos dar un paso adicional y decir (sobre las bases de Romanos 8:28) que “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...”

¿Acaso creemos en realidad, concerniente a que todo lo que nos salga al paso, que Dios lo ha planeado todo en perfecta sabiduría y amor, y que Su poder es lo suficientemente poderoso como para librarnos de las pruebas cuando llegue el momento apropiado?

¿Encontrará Dios en usted y en mí la clase de creyentes a quienes pueda señalar con orgullo ante Satanás y decirle que somos sin tacha, cristianos que nunca se quejan, ni murmuran sin importar las circunstancias, sino que siempre estarán dispuestos a ser agradecidos por todas las cosas en todo tiempo?

C. LA PRUEBA DE PEDRO Y JUDAS
Entre los doce apóstoles que Jesús escogió, quizás el contraste más grande en personalidad, fue mostrado entre Pedro y Judas Iscariote. Pedro era simple, inculto y sensible. Judas Iscariote era inteligente, sagaz y ambicioso.

Dios tenía un llamamiento para Simón Pedro. Pero no podría verificarse hasta que no fuera examinado y aprobado.

Sin embargo, Pedro no tenía idea alguna respecto al maravilloso plan de Dios para el tiempo en el cual Jesús lo llamó. Dios nos revela Su plan únicamente en etapas (paso a paso).

1. La Actitud De Pedro Hacia El Dinero
Un día se allegó hasta el bote de Pedro y le dijo que remara hacia aguas profundas; luego, le dijo que echara la red a la mar. Pedro lo hizo y al sacar las redes, estaban totalmente llenas de peces, la pesca más grande en toda su vida (Lc 5:1-11).

Si Pedro hubiera sido como algunos cristianos de negocios en este tiempo, habría dicho a Jesús algo parecido a lo siguiente: “Señor, esto es fantástico. Seamos, Tú y yo, socios en este negocio. Tú te dedicas a la predicación y yo te sostendré financieramente.

“Si mi negocio de pesca va a ser como éste, pronto seré el negociante más rico en todo Israel; y mis diezmos no sólo te sostendrán a Ti, sino también a multitudes de otros obreros cristianos en las diferentes partes de esta tierra y del mundo”.

Pedro podría viajar por todo el mundo dando su testimonio en las diferentes conferencias para hombres de negocios, y enseñando acerca de Cristo a sus asociados, quien podría prosperarlos como lo haría con él. Ese es el razonamiento de una mente carnal.

a. Renunció A Su Negocio. Pero Pedro no hizo tal cosa. Cuando Jesús le llamó a dejar sus redes, dejó su negocio de pesca inmediatamente para seguir a Jesús. Pedro pasó la prueba.

Muy poco saben los cristianos que cuando Dios prospera sus caminos para que puedan ganar más dinero, lo está haciendo para probarlos. La mayoría de los cristianos fracasan en esta parte del examen. Se conforman con ser millonarios vacíos, cuando pudieron haber llegado a ser apóstoles.

Años más tarde, Pedro, lejos de ser un hombre de negocios rico, pudo exclamar: “No tengo plata ni oro” (Hch 3:6). Él tenía algo mejor que la plata y el oro. Él había renunciado a los desechos de las riquezas terrenales a cambio de las riquezas eternas del Reino de Dios.

b. “Siendo Ricos En Dios”. Las librerías cristianas están saturadas de libros que pretenden enseñar a los cristianos sobre cómo llegar a ser prósperos materialmente y cómo hacer dinero, con Jesús como socio suyo en los negocios. Los cristianos son animados en esos libros a reclamar automóviles, casas costosas y bienes raíces, todo por fe en Cristo.
Un niño podría darse cuenta de la mentalidad carnal de tales escritores; con todo, muchos creyentes están siendo engañados. Los testimonios expuestos en esos libros respecto a personas que han sido prosperadas en las cosas materiales, puede que sea cierto. No obstante, ¿cuántas de éstas comprendieron que Dios les estaba probando cuando les permitió recibir riquezas?

Cuando se hicieron ricas, Dios las estaba examinando para ver si aprendían a donar sus riquezas para la causa y acumular tesoros en el cielo, llegar a ser “rico para con Dios” (Lc 12:21). Pero sospecho que la mayoría fracasó en tal examen, a diferencia de Pedro.

El "YO” (ego) es el centro de cada hijo de Adán. Cuando nos convertimos, ese “YO o EGO” no muere, sino que procura sutilmente controlar a Dios para que satisfaga sus propios intereses egoístas.

El yo o ego es la fuente del cristianismo carnal que se especializa en conseguir bendiciones materiales y naturales de parte de Dios. Se nos aproxima en la actualidad en forma de libros encuadernados en apariencias de “fe”.

Sin embargo, tales libros sirven su propósito también; ellos revelan lo que realmente desean los corazones de sus lectores, lo terrenal o lo celestial. De esa manera es que el trigo es cernido o separado de la paja en el cristianismo.

“Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1 Co 11:19).

Las herejías revelan el corazón y motivos de los hombres. Ellos separan lo aprobado de lo desaprobado.

2. La Actitud De Pedro Hacia La Corrección
Vemos la manera en que Jesús examinó a Pedro aun de otra manera cuando le reprendió públicamente, con el regaño más cortante jamás dado por Él a ningún otro ser humano.

Cuando Jesús le dijo a Sus discípulos que Él iba a ser rechazado y crucificado, Pedro, con intenso amor humano hacia el Señor, “tomándolo aparte comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mt 16:22).

Jesús se volvió y públicamente le dijo a Pedro (para que todos los demás apóstoles le oyeran): “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo...” (Mt 16:23).

a. Pedro No Se Ofendió. Es un insulto a nuestro ego ser reprendido públicamente. Pero es todavía peor ser llamado Satanás.

A pesar de todo, Pedro no se ofendió.

Cuando muchos de los discípulos de Jesús se ofendieron con el mensaje que predicó respecto a que el ego tenía que morir, y dejaron de seguirle, Él le preguntó a los doce que si ellos también querían irse. No obstante, Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6:68).

Estas palabras fueron pronunciadas por Pedro poco después de haber recibido la reprensión fuerte de los labios de Jesús. Esto es lo que hace que las palabras de Pedro sean aún más maravillosas. Él consideraba que cualquier palabra de reprensión que viniera de los labios de Jesús, eran palabras de vida eterna.

Nuestra habilidad para aceptar una reprensión de parte de un hermano mayor, es una prueba de nuestra humildad. Pedro pasó la prueba de manera sobresaliente.


3. La Actitud De Judas Hacia El Dinero
Judas Iscariote, uno de los doce discípulos escogidos por Jesús, tenía tan buena oportunidad como los demás para calificar para el certificado de “Aprobado por Dios”.

No obstante, así como los demás, él también tenía que ser probado.
El evangelio registra que “Judas Iscariote... llegó a ser el traidor” (Lc 6:16). Esto implica que él era tan sincero como los otros once discípulos cuando Jesús le escogió. Pero cuando llegó el momento de la prueba, se descarrió terriblemente por vía de la ambición propia.

La Biblia nos amonesta: “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Stg 3:16).

La vida de Judas es una advertencia para todos nosotros, pues es posible para cada uno de nosotros llegar a ser como él, si no tenemos cuidado.

Él era el tesorero del equipo de Jesús es posible que tuviera suficientes oportunidades para demostrar su fidelidad en el área del dinero. De haber permanecido fiel, él hubiera podido ser uno de los autores de las epístolas del Nuevo Testamento. Su nombre ciertamente habría sido puesto como una de las piedras del fundamento en la muralla de la Nueva Jerusalén.

La Biblia dice que “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap 21:14).

Pero Judas Iscariote, fracasó en la prueba.

a. Judas Fue Ladrón. Uno de los usos de la bolsa donde se colocaba el dinero era para ayudar a los pobres y necesitados (como podemos ver en Juan 13:29): “Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres”.

Judas declaró tener interés en esa actividad, pero él robó el dinero que era donado para los pobres.

Está escrito que “Judas Iscariote... dijo esto, no porque se cuidara de (que tuviera interés en) los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Jn 12:4-6).

Podríamos formular la siguiente pregunta: “¿Por qué sería que Jesús no descubrió a Judas ante todos los demás discípulos?” Para poder contestar esa pegunta, tendríamos que formular otra más: “¿Por qué no descubre Jesús a todos los que están haciendo dinero para sí mismos en nombre del cristianismo hoy día?” Hay miles de personas que le sirven a Dios por el dinero en nuestros días, y quienes no son 100% honestos con el dinero que es donado para la obra de Dios.

Si Judas hubiera sabido lo que se iba a perder al escoger el dinero, tal vez habría actuado muy diferente. Y si los obreros cristianos de hoy supieran lo que se están perdiendo al escoger el dinero, cuán diferentemente actuarían con relación al dinero.

b. El Lo Quería Todo. El problema de Judas era que le encantaba recibir, pero no dar. Jesús había enseñado a Sus discípulos respecto a la bienaventuranza de dar. “...recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hch 20:35).

Pedro entendió eso, pero Judas no. Él creyó que la felicidad venía a través de recibir más y más.

Todo cristiano cae dentro de una de esas dos categorías: Los que son como Pedro, quien dejó de lado todo lo que tenía y donaba alegremente para Dios y para los demás en necesidad; y aquéllos que como Judas, aman el recibir y acumular para sí mismos.

Si en alguna ocasión esos Judas fueran a ofrendar algo, lo harían miserablemente, sólo para mitigar sus conciencias, y aún así, lo harían con renuencia. Sin embargo, no muestran objeción alguna cuando llega el momento de recibir.

Dios nos prueba en el asunto de recibir y donar para ver si deseamos vivir conforme a los principios del mundo o conforme a los de Su Reino.

Si esperamos ser aprobados de Dios, vamos a tener que crucificar totalmente “el amor egoísta hacia el recibir donaciones”. Vamos a tener que limpiarnos de los hábitos antiguos y aprender a formar nuevos. Así como éramos expertos en recibir donaciones en el pasado, podemos llegar a ser expertos en donar para otros.

Ahora, no podemos esperar ser expertos en alguna cosa de la noche a la mañana. La práctica constante es la que puede perfeccionarnos en algo. Tendremos que comenzar a dar y luego continuar haciéndolo hasta que nuestro carácter haya sido genuinamente transformado, de tal manera que Dios pueda testificar al final, concerniente a nosotros, que somos más prestos a ofrendar que para recibir ofrendas de otros.

El verdadero discípulo de Jesús, es aquél que ha aprendido a cómo ser rico para con Dios y cómo dar para los demás que están en necesidad. En su propio tiempo de necesidad, descubrirá que Dios le devuelve en la misma medida que dio para otros.

Jesús le dijo a Sus discípulos:

“Dad, y se os dará, medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lc 6:38).

Jesús enseñó que si somos infieles con el dinero, jamás podremos esperar recibir riquezas espirituales de Dios.

Él dijo: “Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?” (Lc 16:11).

El Señor puso a Judas Iscariote a prueba con la bolsa del dinero, pero fracasó. Su pérdida fue eterna. Hoy, usted y yo estamos bajo prueba con la bolsa de dinero.

4. La Actitud De Judas Ante La Corrección
Vimos que Pedro fue probado por Jesús y su reacción ante la corrección pública. Judas fue probado en esta área también. Pero diferente a Pedro, fracasó.

Cuando una mujer derramó un frasco de perfume sobre los pies de Jesús, para demostrarle su gratitud por lo que Él había hecho por ella, Judas expresó su opinión de que era un desperdicio de dinero.

Sin embargo, Jesús defendió la mujer diciendo:

“Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis” (Jn 12:7, 8).

a. Él Se Ofendió. Apenas podríamos decir que Jesús reprendiera a Judas en este incidente. De hecho, comparado con la manera en que reprendió a Pedro, esto no fue nada.

Sin embargo, Judas Iscariote se ofendió.

En un pasaje paralelo del Evangelio de Mateo, leemos lo que Judas hizo inmediatamente después de este evento:

“ENTONCES uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales de los sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? (Mt 26:14, 15).

La palabra “entonces”, es muy significativa aquí. La provocación inmediata que impulsó a Judas a ir a los sacerdotes y ofrecerse para traicionar a Jesús, fue la reprensión que le diera Jesús al respecto.

Pedro pasó la prueba con triunfo, pero Judas fracasó miserablemente.

Usted y yo estamos siendo probados al presente por aquellos a quienes Dios ha puesto en autoridad sobre nosotros.

Los hijos son probados cuando son corregidos por sus padres. Las esposas son probadas cuando son corregidas por sus maridos. Los empleados son probados cuando son corregidos por sus patrones. Y en la Iglesia, somos probados cuando somos corregidos por nuestros ancianos.

Nuestra reacción ante la corrección es una de las pruebas más claras de nuestra humildad. Si somos ofendidos, estamos en la misma condición de Judas Iscariote.

Si descubrimos que somos ofendidos cuando somos corregidos, necesitamos clamar a Dios por ayuda a fin de que nuestro ego muera, y evitar así la pérdida de nuestra recompensa eterna.

Poco entendemos, muchos de nosotros, que Dios está vigilando nuestras reacciones ante la disciplina o corrección que recibimos.

Usted no puede ser aprobado por Dios si es renuente ante la corrección disciplinaria, o si se ofende cuando es corregido (reprendido)

D. LA COMPAÑÍA DE LOS APROBADOS DE DIOS
En Apocalipsis 14:1-5, leemos respecto a una pequeña compañía de discípulos que siguieron al Señor fielmente en sus vidas terrenales. Ellos están al lado de Jesús en el día final, y son llamados vencedores, pues Dios pudo concluir Su propósito a plenitud en sus vidas.

Como podemos ver en el Libro de Apocalipsis, aquéllos cuyos pecados fueron perdonados, forman una multitud vasta, la cual, ningún hombre puede contar.

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” (Ap 7:9, 10).

Pero la compañía o multitud de discípulos mencionada en Apocalipsis 14 es una mucho más pequeña, y que puede ser enumerada, 144,000, a pesar de si el número es literal o simbólico (como lo es la mayoría del Libro de Apocalipsis), es inmaterial. El punto es que es un número muy pequeño cuando es comparado con la gran multitud.

1. Fieles Y Verdaderos
Este es el remanente que fue fiel y verdadero a Dios sobre la tierra. Ellos fueron probados y obtuvieron el certificado de aprobación de Dios. Dios Mismo certifica respecto a que “...no se contaminaron con mujeres... son los que siguen al cordero por dondequiera que va... y en sus bocas no fue hallada mentira... son sin mancha...” (Ap 14:4, 5).

Estos son los primeros frutos de Dios. Ellos componen la Esposa de Cristo. El día de las bodas del Cordero será evidente para todos que valió la pena ser hallado fiel y verdadero ante Dios en todas las cosas, tanto grandes como pequeñas.

En ese día, el clamor en el cielo será: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (Ap 19:7).

2. Obedeciendo Sus Mandamientos
Aquéllos que buscaron sus propias ganancias y honores sobre la tierra, comprenderán a plenitud, aquel día cuán grande en realidad es su pérdida. Las personas que amaron a sus padres, esposas o hijos, hermanos y hermanas o sus propias vidas y cosas materiales más que al Señor, descubrirán su pérdida eterna en ese día.

Luego, será evidente que las personas más sabias sobre la tierra, fueron aquéllas que obedecieron los mandamientos de Jesús totalmente, y quienes buscaron de todo corazón andar así como Él anduvo.

Los honores vacíos del cristianismo, entonces serán vistos claramente como desechos. El dinero y las cosas materiales, fueron únicamente los medios mediante los cuales Dios nos probó para ver si calificábamos para formar parte de la Esposa de Cristo.

¡Ojalá, que nuestros ojos puedan ser abiertos ahora mismo para ver algo de las realidades que veremos claramente en ese día! ¡El honor más grande que algún ser humano puede lograr, es un lugar entre los vencedores en ese día, como alguien que ha sido examinado y aprobado por Dios Mismo!

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdidas por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,

Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que es de Dios por la fe:

A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios” (Fil 3:8-15).

“El que tiene oídos para oír, oiga” (Lc 14:35).