Cristo Jesús, quiero conocerte cada vez más y más para poder seguirte y darte a conocer. El que te conoce a ti conoce también al Padre Dios (Jn 8,19).
No quiero ser más adorador de ídolos inútiles, sino del Dios vivo y verdadero (1Tes 1,9).
No hay dicha más grande en el mundo que estar contigo, verte y oirte (Mt 13,17).
Nadie va al Padre sino por ti (Jn 14,6). Si te conocemos a ti, conocemos también al Padre (Jn 14,7).
Jesús quiero conocer la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de tu amor (Ef 3,18s), para que pueda anunciar a tu pueblo tu incalculable riqueza (Ef 3,8).
Quiero conocer de qué forma se va realizando en ti el proyecto secreto escondido desde el principio en Dios (Ef 3,9). Hasta que todos nos juntemos en la misma fe y el mismo conocimiento tuyo, Señor Jesús, Hijo de Dios (Ef 4,13).
Que todo lo tenga por pérdida, en comparación con la gran ventaja de conocerte a ti, Cristo Jesús, mi Señor (Flp 3,8).
Que por tu amor acepte perder todo lo que no seas tú y lo considere como basura (Flp 3,9).
Quiero conocerte; quiero probar el poder de tu resurrección. Tener parte en tus sufrimientos, hasta ser semejante a ti en tu muerte y alcanzar, Dios lo quiera, la resurrección de los muertos (Flp 3,11).
Que no me canse nunca de proseguir mi carrera hasta alcanzarte, Cristo Jesús, mi Señor, consciente siempre de que tú ya me has dado alcance (Flp 3,12).
Te suplico que me des ánimo para afianzarme en el amor, de modo que alcance todas las riquezas de un plena comprensión y logre así penetrar el secreto de Dios, que eres tú mismo, Cristo Jesús (Col 2,2).
En ti están escondidas toda las riquezas de la sabiduría y del entendimiento (Col 2,3). En ti está la plenitud del amor y de la Fidelidad (Jn 1,14).
Que crezcamos siempre en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo: a él la gloria, ahora y hasta el día de la eternidad. Amén (2 Pe 3,18).
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